domingo, 1 de agosto de 2010

El amor como espécimen, cuyos tipos son las formas de amar.


En la actualidad el decir “te quiero” se ha vuelto tan frívolo como decir “quiero tal cosa”; es una frase cultural cuyo coloquio nos instala en una plataforma que a la vista de los demás nos da un “Status Quo”. El decir “te quiero” no tiene sentido a menos que el sentido se lo de el interlocutor con una serie de señales emotivas representadas por el “paralenguaje” (comillas, subrayado, etc.) dentro de la comunicación escrita, ó físicas, dentro de la comunicación oral. Además, puede tener diversas articulaciones; como querer a una persona, animal o cosa. Tal vez el concepto se haya degenerado en base a que en estos tiempos los seres humanos nos hemos convertido en objetos de uso, desechables y reciclables. Por lo tanto; el decir “yo te quiero” tendrá tanta fuerza de acuerdo al valor cultural de cada individuo

Quizá cambiemos el sentido si decimos “yo amo”. Pero también el decir “yo amo”, es parte de nuestro coloquio cotidiano que utilizamos de acuerdo a las circunstancias, estados de ánimo o medio ambiente. El referente esta basado de acuerdo a nuestra forma de pensar, porque puede ser una herramienta para mentir, sincerarnos o para ser agradables. Pero en realidad, el uso indiscriminado de este término es muy común, y a muchos ya no nos interesa escucharlo. Por otro lado; hay signos que nunca dejaran mentir a un emisor dentro de un proceso de comunicación o de información como son los biológicos y psicológicos. Por lo tanto; el que recibe dichas señales debe de tener conocimiento de lo que se le esta transmitiendo, porque ese seria un conducto para la correcta codificación de un mensaje o una barrera para, tal.

El adorar e idolatrar a un objeto; siempre se ha visto desde tiempos antropológicos; pero el hacerlo con un ser humano, se ha demostrado que es sumamente dañino. Sin embargo los casos se dan ¿y será acaso que un grado superlativo al amor es la adoración? ¿y a la adoración le sigue el odio? ¿y al odio el estoicismos? Si es así; entonces tenemos un paradigma; “yo quiero, yo Amo, yo adoro, yo odio, yo soy estoico”.

Porque también se da que en consecuencia de una decepción, un individuo puede odiar o ser indiferente; por lo tanto es incapaz de “querer” o “amar”. También se da el caso de individuos que no llevan correctamente un duelo del final de una relación y quedan muy lastimados y al mismo tiempo confundidos, al grado de resentirse ¿Estos ejemplares tendrán la fuerza de decir te quiero o te amo? Claro que no la tienen, hasta que alguien los ayude o salgan solos de esa etapa tan triste. Todo este mecanismo es el resultado de la consecuencia de un consecuente; o viceversa. Quiero decir que un signo siempre va a estar representado y continuado por otro signo y por ende, a significar. El odio, el amor o la indiferencia son signos naturales manifiestos en un ser humano.

También hay seres que pueden amar o sienten que aman; pero cuando son sorprendidos de que también son amados, no pueden manejar la situación y son invadidos por el miedo y tienden a huir de esa situación, viviendo siempre con las fantasías de esas relaciones, y tal vez expresando en una forma aprendida “yo te quiero” “yo te amo”.